miércoles, 2 de abril de 2014

La metamorfosis del amor.

 Empieza.
 Nuestra pequeña oruga.
 Ese inicio, siempre tan diferente, tan especial. Quizá el inicio sea una antigua amistad o simplemente un intercambio de miradas y sonrisas, pero siempre hay una pequeña oruga que inicia el proceso.
 Si tenemos suerte conseguiremos que nuestra oruga empiece a fabricar un capullo a su al rededor. Fabricar este capullo lleva tiempo, necesita sonrisas, abrazos, miradas a escondidas que vayan dando fuerza a nuestra pequeña oruga.
 Una vez la oruga esté a salvo en el caliente capullo hay que cuidarlo durante un tiempo, hay que ir transformando ese pequeño hormigueo en la palma de las manos, esa sonrisa involuntaria cuando piensas en esa persona, esos sueños en la almohada... Y poco a poco nuestra oruga irá cambiando, poco a poco la realidad estará más cerca, poco a poco.
 Y cuando llegue el momento nuestra pequeña oruga completará su metamorfosis, llegará el momento en el que poco a poco el capullo se irá abriendo para dejar paso a nuestra bella mariposa, una mariposa espectacular que no parará de revolotear en nuestro estómago, una mariposa llena de besos, abrazos, noches en vela el uno junto al otro, caricias, escalofríos que nos recorren tu espalda al compás de las subidas y bajadas de sus dedos por tu columna, respiraciones agitadas, paseos de la mano...
 Nuestra mariposa ahora es libre, vuela con cada nuevo momento de felicidad creado, con cada risa, con cada lágrima...
 Pero nada es eterno, y poco a poco la vida de nuestra mariposa va llegando a su fin, viviendo cada momento con intensidad hasta que éste llegue, pero inevitablemente llegará, por una razón otro nuestra pequeña mariposa se irá debilitando, debilitándose hasta padecer.