sábado, 29 de agosto de 2015

No es por ti, es por mí.


-¿Por qué?- me preguntaste. Por qué no podía quererte, por qué no podía darte un pedacito de mí. 
-No lo sé- fue lo único que pude responderte, de verdad que me hubiese gustado haber podido darte una buena respuesta en ese momento, me hubiese encantado poder decirte algo que aliviara el dolor que sentías en ese momento porque yo sabía lo duro que era, yo sabía lo mucho que dolía-. No lo sé, pero no es por ti, de verdad. Simplemente no puedo- no pude decir nada más. "No es por ti, es por mí", típica frase que se dice para no dañar a la otra persona, pero era la verdad. No sabía porque no podía funcionar, no era por él, pero tampoco sabía que ocurría de verdad.
 Pero un día me di cuenta de cual era el problema, entendí que para poder quererte a ti antes tenía que quererme a mí misma. Debía aprender a decirme lo genial que era, a poder querer cada centímetro de mí, a devolverme la sonrisa, a lanzarle  un guiño al espejo todas las mañanas,a disfrutar de mí soledad. Debía descubrir lo fuerte que era, que era capaz de hacer todo lo que me propusiese. Debía de entenderme y aceptarme. Debía quererme para poder ser feliz. Porque mi felicidad no puede depender de que otra persona me quiera, me diga cosas bonitas o me trate bien; esa felicidad no es más que una estrella fugaz que pasa por mí vida alumbrándola durante un instante pero nunca se queda para siempre. La única estrella fija en mi cielo soy yo, yo soy la única que va a estar ahí para alumbrarme hasta en los días más oscuros, porque soy la única estrella que siempre brillará.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Nunca conseguí terminar una colección.

-Cuando era joven nunca conseguí terminar una colección-dijo mi abuelo mientras se bajaba de la escalera con una caja en las manos-. siempre empezaba todas, eso sí. Nada más salía una nueva iba corriendo al quiosco y compraba uno o varios  paquetes. Era emocionante abrirlos y colocarlos en el espacio reservado para cada uno de ellos en el álbum, pero sin duda, lo mejor de todo era cuando al día siguiente a la hora del recreo te reunías en las mesas del patio a intercambiar los que tenías repetidos por otros nuevos. Con el tiempo, ibas acumulando los repetidos que ya nadie quería o que todos ya tenían en una caja mientras intentabas llenar los espacios vacíos pero llegabas a un punto en el que por más que compraras o buscaras nunca conseguías encontrar el que te faltaba, hasta que al final salía una nueva colección y la dejabas de lado-se sentó junto a mí  en el sofá sujetando la vieja caja roja entre sus grandes manos -. Nunca pude tirarlas, eran mis pequeños logros no acabados-dijo mientras miraba con melancolía la tapa. Luego me miró a mí, le sonreí y él me guiñó un ojo a modo de respuesta mientras ponía la caja sobre mis piernas.
  Levanté la polvorienta tapa con intriga.
 Fotos en blanco y negro , álbumes, pequeñas cajas llenas de chapas, canicas y demás cachivaches, plumas... La misteriosa caja roja custodiaba en su interior más cosas de las que en un primer momento pensé que contendría. Rebusqué entre los diversos artículos.
 -¿Qué es esto?-le pregunté mientras cogía unos pequeños botes llenos de arena de distintas tonalidades.
 -Arena de playa-dijo-. Según iba creciendo empecé a coleccionar otro tipo de cosas, cosas únicas, cosas que no se podían intercambiar ni comprar en los quioscos, cosas especiales. Esos son botes de todas las playas en las que estuve-se puso las gafas y se acercó el botecito a la cara-. Porto do Son-leyó-, Ibiza-decía la etiqueta de un botecito de arena blanca. Rebuscó entre los botes y encontró uno vacío con una pequeña etiqueta-. Tenerife. Aquí fuimos de luna de miel tu abuela y yo. Perdí el botecito en el avión y nunca más pude volver a por otro-dijo con un tono manchado por la melancolía de un amor del pasado. Cerró los ojos y cuando los abrió una luz especial brillaba en ellos-. Mira, los cromos de la liga del 56-sacó un álbum que parecía hecho de pergamino de lo viejo que estaba-. Una pena, solo me quedó Paco Gento para acabar este año, fue la vez que más cerca estuve de terminar una colección-volvió a dejar el álbum en la caja y cuando sacó las manos de ésta traía un taco de fotos-. Mira.
Cogí el taco con cuidado: una foto en blanco y negro de  mi abuelo con su hermano y con otro hombre que no conozco, mi abuela mirando al mar, un bebé...
 Ahora las fotos pasan a toda velocidad por mi cabeza acompañada de algunos momentos pasados: yo con mi abuelo y mi hermana corriendo porque Luis, mi hermano pequeño, se había escapado por la puerta de la finca; mi abuelo sentado junto a Chema, su enorme perro, los dos con la misma cara de viejo testarudo; la comida que preparaba mi abuela todos los sábados para toda la familia... Pero no todos son recuerdos felices, y para dar fe de ello ahí están los dos señores con bata blanca, corbata y un bolígrafo en el bolsillo superior que venían a darnos la noticia que nos ha reunido a todos hoy aquí, bajo el cielo gris de Galicia, sobre la eterna pradera verde y ante las dos personas que originaron esta familia y que definitivamente ya no podrán volver a separarse. El nombre de mi abuela escrito sobre una tabla de granito, ya un poco envejecido de tanto esperar a que llegará la que ahora se encuentra a su derecha, en dónde se lee el nombre de mi abuelo sobre la nueva y brillante superficie de la lápida que demuestra que es el nuevo inquilino del cementerio.
 El ataúd de madera reluce al final de la zanja para dejarse ver por última vez.
 Miro la caja roja que llevo entre mis manos, la que en un tiempo pasado estaba cubierta de polvo, la que una vez mi abuelo me enseñó en el sofá de su salón.
 Me agacho junto a la eterna cama de mi abuelo.
 -Espero que estés cómodo, vas a pasar mucho tiempo ahí-le digo en tono bajo que solamente él y yo podemos oír. "Un chiste demasiado fácil pequeña" me dice un recuerdo de su voz mientras que en mi cabeza se dibuja su blanca sonrisa.
  Intento depositar la caja sobre la tapa de madera del ataúd con el máximo cuidado posible, lo que me es complicado debido a la profundidad en la que se encuentra. La caja  cae sobre el ataúd. Me pongo en pie.
 Cojo la pala, la clavo en el montón de arena y vacío su contenido en la zanja. Me giró, y le doy la pala a mi hermano, bueno, creo que es mi hermano, pero las lágrimas hacen que vea todo borroso.
 Vuelvo a mi sitio de antes y veo como uno a uno van despidiéndose de mi abuelo, echando un poco de tierra en la tumba. Una lágrima cae por mi cara poniendo punto final a la historia de la colección de colecciones inacabadas.

lunes, 24 de agosto de 2015

Caí como solo sabemos caer los humanos, una vez detrás de otra.

Me dañó. Me hizo mucho daño.
Me dañó en silencio, sin saber que me estaba clavando un cuchillo en el corazón. 
Sufrí sin decir nada.
 La herida, ya casi cerrada, parece ser inofensiva, pero de vez en cuando se abre para hacer de las suyas. Se abre dejando escapar los venenosos recuerdos que hacen que mi mente no pare de dar vuelta en torno a la misma pregunta, una pregunta aún más peligrosa que el arma que me daño el corazón: ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué jugaste a un juego al que no querías participar?
 Nunca he podido reprocharte nada, nunca he podido pedirte explicaciones, o al menos eso es lo que me he dicho todo este tiempo. Pero tu jugaste, luchaste sin pudor por un corazón qu no querías conquistar, ¿por qué lo hiciste?
Me cuesta admitirlo, me cuesta tanto que me engañaba a mi misma porque no podía enfrentarme a ello, no podía enfrentarme al hecho de haber sido tan débil.
Me hiciste daño.
Ahora me gustaría poder gritarlo a los cuatro vientos, poder sentirme comprendida pero no quiero tu compasión, no quiero la compasión de nadie. Mi corazón ha construido un muro que solo tu recuerdo consigue traspasar de vez en cuando. Me quitaste lo mejor que tenía y luego lo despreciaste sin más. Lo di todo y ahora ya no me queda nada que dar a nadie. Le di todo a alguien que no me dio nada.
Fui débil aunque fui feliz, fue solo un momento, mientras era ciega, mientras creía en el estúpido juego que ahora no me veo capaz de jugar otra vez. Ahora ya no pueden conmigo, ya nadie puede cruzar el muro; aunque en el fondo deseo que alguien vuelva a hacerme débil aunque solo se por un momento, otro momento. Quiero que alguien sea capaz de robarte mi alma, porque por mucho daño que me hayas hecho sigue siendo tuya. Y es que por más que he luchado por huir de tu piedra no he podido. La mente no pude con el corazón. Es verdad que puede ganarle alguna batalla , pero nunca podrá ganar la guerra. Puede tomar control durante un tiempo, pero el corazón siempre vuelve a atacar en el momento más inesperado, invadiendo el campo enemigo con recuerdos, dejando a la mente en cuarentena, incapaz de ganar la guerra.

domingo, 1 de febrero de 2015

Marchitos.

PRÓLOGO
La gran cola de personas que esperaban en la puerta de la discoteca protestó escandalosamente cuando el gorila de la puerta dejó pasar a una chica que acababa de llegar. Una vez dentro del local la oscura figura de la joven se deslizaba entre las parpadeantes luces y los cuerpos sudorosos que bailaban sin descanso la selección del DJ de moda en la ciudad. El guardia de la zona VIP la dejó pasar sin vacilar. La chica de oscura melena se sentó en la barra sin prestarle atención a las miradas mal disimuladas que le lanzaban desde distintos rincones de la sala. Un hombre rubio de unos treinta y cinco años se sentó a su lado.
 -Camarero, pónganos a la preciosa señorita…-miró a la chica.
 -Airis-dijo ella con una sonrisa.
 -… y a mí una copa del mejor whiskey que tengas, invito yo-dijo sin despegar sus ojos verdes de los negros de ella. El camarero sirvió dos vasos y le lanzó una sonrisa furtiva a la misteriosa mujer-. Soy Steven-dijo el hombre rubio-. No te había visto nunca antes por aquí.
 -¿En serio no me recuerdas Steven?-dijo ella con tono dolido. El frunció el entrecejo pensativo por un segundo.
 -Si te hubiera visto antes recordaría tu cara, no suelo olvidar a las chicas guapas-dijo con una sonrisa torcida. Airis se rió y le dio un trago a la copa-. Entonces, ¿es la primera vez que vienes?-ella asintió-. ¿Y has venido sola?-volvió a asentir-. ¿En serio? Si yo fuera tu novio no te dejaría sola ni un segundo.
-Quizás, pero yo no tengo novio-dijo con una sonrisilla traviesa.
-Osea que estoy hablando con la mujer más guapa de toda la discoteca y encima está soltera. Vaya, hoy debe de ser mi día de suerte-dijo el con una ancha sonrisa. Los ojos de ella se oscurecieron  durante un segundo inquietando a Steven que recorrió con la mirada la sala atestada de gente-. Bueno,  tengo un reservado en el que podríamos hablar más tranquilos, ya sabes, sin tanto ruido, ¿te apetece ir?
 -Me encantaría-dijo poniéndose en pie. Steven contempló la figura que se adivinaba bajo el vestido blanco con escote de Airis y la condujo al reservado.
-¿Y cómo es que has venido sola?-le preguntó una vez estuvieron ya sentados.
-Buscaba a una persona, pero ya la he encontrado-dijo ella con esa mirada sombría otra vez-. Asuntos de trabajo.
-Ah, me alegro de que la encontraras-dijo con una sonrisa-. Y, ¿en qué consiste tu trabajo?
-Resuelvo... problemas.
-Mmm, ¿y has solucionado ya el problema de hoy?-preguntó Stevens mientras intentaba calcular la edad de la chica. Parecía demasiado joven como para estar trabajando.
-Estoy en ello-dijo ella con una sonrisilla.
 -Quizás te pueda ayudar en algo si me dices de que se trata-le ofreció él con más curiosidad de saber de que iba el asunto que de ayudarla.
 -Puede- dijo ella mientras se inclinaba sobre él. La visión de su escote hizo que a Steven se olvidara de su vida fuera de aquel reservado-. Verás-Airis le susurraba al oído-, me caes bien, de verdad, pero los negocios son los negocios.
 -¿Qué?-dijo él aturdido y confuso. ¿A qué venía todo esto?
-Será rápido-y antes de que el pudiera responder nada ella le rozó la oreja con los labios.

Cuando encontraron el cuerpo inerte de Steven en el reservado, Airis se había ido ya. La policía preguntó que si alguien había visto si Steven iba acompañado de alguien, pero ni el camero que les sirvió una  copa, ni los porteros, ni siquiera las personas que les habían estado mirando desde sus mesas recordaban nada. La mujer de pelo oscuro y tez clara había desaparecido de la mente de todos. 

viernes, 2 de enero de 2015

,

Muchas veces me he planteado por que estoy sola. Siempre había creído que la respuesta a estas preguntas era el miedo a ser rechazada, a que se burlasen de mí, que me daba vergüenza, o simplemente el hecho de que nadie quisiera estar conmigo, lo cual podría ser la respuesta más acertada. Pero hoy he descubierto una nueva respuesta: Quiero encontrar a alguien para el cual yo signifique algo especial, para quien no se a una más o ''la primera que pasa'', eso es lo que realmente quiero, pero por desgracia creo que nunca se va a dar esa situación, que nunca voy a ser alguien especial, alguien que puede diferenciarse del resto, alguien por quien luchar porque no soy lo suficientemente buena para ello.