domingo, 1 de febrero de 2015

Marchitos.

PRÓLOGO
La gran cola de personas que esperaban en la puerta de la discoteca protestó escandalosamente cuando el gorila de la puerta dejó pasar a una chica que acababa de llegar. Una vez dentro del local la oscura figura de la joven se deslizaba entre las parpadeantes luces y los cuerpos sudorosos que bailaban sin descanso la selección del DJ de moda en la ciudad. El guardia de la zona VIP la dejó pasar sin vacilar. La chica de oscura melena se sentó en la barra sin prestarle atención a las miradas mal disimuladas que le lanzaban desde distintos rincones de la sala. Un hombre rubio de unos treinta y cinco años se sentó a su lado.
 -Camarero, pónganos a la preciosa señorita…-miró a la chica.
 -Airis-dijo ella con una sonrisa.
 -… y a mí una copa del mejor whiskey que tengas, invito yo-dijo sin despegar sus ojos verdes de los negros de ella. El camarero sirvió dos vasos y le lanzó una sonrisa furtiva a la misteriosa mujer-. Soy Steven-dijo el hombre rubio-. No te había visto nunca antes por aquí.
 -¿En serio no me recuerdas Steven?-dijo ella con tono dolido. El frunció el entrecejo pensativo por un segundo.
 -Si te hubiera visto antes recordaría tu cara, no suelo olvidar a las chicas guapas-dijo con una sonrisa torcida. Airis se rió y le dio un trago a la copa-. Entonces, ¿es la primera vez que vienes?-ella asintió-. ¿Y has venido sola?-volvió a asentir-. ¿En serio? Si yo fuera tu novio no te dejaría sola ni un segundo.
-Quizás, pero yo no tengo novio-dijo con una sonrisilla traviesa.
-Osea que estoy hablando con la mujer más guapa de toda la discoteca y encima está soltera. Vaya, hoy debe de ser mi día de suerte-dijo el con una ancha sonrisa. Los ojos de ella se oscurecieron  durante un segundo inquietando a Steven que recorrió con la mirada la sala atestada de gente-. Bueno,  tengo un reservado en el que podríamos hablar más tranquilos, ya sabes, sin tanto ruido, ¿te apetece ir?
 -Me encantaría-dijo poniéndose en pie. Steven contempló la figura que se adivinaba bajo el vestido blanco con escote de Airis y la condujo al reservado.
-¿Y cómo es que has venido sola?-le preguntó una vez estuvieron ya sentados.
-Buscaba a una persona, pero ya la he encontrado-dijo ella con esa mirada sombría otra vez-. Asuntos de trabajo.
-Ah, me alegro de que la encontraras-dijo con una sonrisa-. Y, ¿en qué consiste tu trabajo?
-Resuelvo... problemas.
-Mmm, ¿y has solucionado ya el problema de hoy?-preguntó Stevens mientras intentaba calcular la edad de la chica. Parecía demasiado joven como para estar trabajando.
-Estoy en ello-dijo ella con una sonrisilla.
 -Quizás te pueda ayudar en algo si me dices de que se trata-le ofreció él con más curiosidad de saber de que iba el asunto que de ayudarla.
 -Puede- dijo ella mientras se inclinaba sobre él. La visión de su escote hizo que a Steven se olvidara de su vida fuera de aquel reservado-. Verás-Airis le susurraba al oído-, me caes bien, de verdad, pero los negocios son los negocios.
 -¿Qué?-dijo él aturdido y confuso. ¿A qué venía todo esto?
-Será rápido-y antes de que el pudiera responder nada ella le rozó la oreja con los labios.

Cuando encontraron el cuerpo inerte de Steven en el reservado, Airis se había ido ya. La policía preguntó que si alguien había visto si Steven iba acompañado de alguien, pero ni el camero que les sirvió una  copa, ni los porteros, ni siquiera las personas que les habían estado mirando desde sus mesas recordaban nada. La mujer de pelo oscuro y tez clara había desaparecido de la mente de todos. 

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