domingo, 16 de marzo de 2014

Pertenecemos a la noche.


Risas, luces de colores, baile.
 Música, ritmo.
 Cuerpos que bailan pegados unos con otros.
 Sudor, drogas, alcohol, fiesta.
 Flashes que capturan los pecados de la noche.
Porque la noche pertenece a los pecadores.
 Caricias, besos.
 Un cuerpo desnudo sobre otro.
 Camas desechas, ropa en el suelo.
 Sonrisas de complicidad, abrazos, labios que recorren el cuerpo ajeno de arriba a abajo.
 Piel de gallina, gritos de placer.
 Fantasías hechas realidad, amor saliendo por los poros con cada movimiento.
 Lujuria, placer, amor, sexo.
Porque la noche pertenece a los amantes.
 Lágrimas en la almohada.
 Camas con demasiado espacio vacío.
 Abrazos a uno mismo, espasmo de dolor, llanto silencioso.
 ''¿Por qué?'' como plegaria a la verdad, confusión.
 Parejas separadas por el orgullos, por una distante estupidez.
 Mentiras que se arrastran por las venas rajándolas.
 Dolor, sufrimiento,tristeza.
Porque la noche pertenece a los corazones rotos.
 Sonrisas a una pantalla.
 Dulces esperas, respuestas satisfactorias.
 Amor en forma de palabras, de símbolos.
 El sonido de las teclas en el silencio más absoluto.
 Caras iluminas por un pequeño aparato que intenta mostrar sentimientos.
Porque la noche pertenece a los que se quieren en silencio.

domingo, 2 de marzo de 2014

Tormenta.

Mediodía.
Un cielo oscuro.

Tormenta.

 Los cristales tienen frío.
 Las ramas desnudas tiritan por el culpa del viento.
 Pequeños gotas van tatuando el suelo poco a poco.
 Las nubes negras se reúnen en el cielo eclipsando al sol en su cenit.
 El gris se corona rey del momento y la lluvia le acompaña como un fiel servidor.
 Pequeños ríos en medio de la ciudad.
 Paraguas que forman un manto de flores bajo la lluvia.
 Mochilas, periódicos, capuchas; escudos que no mantienen secos a los despistados del momento.
 Tiendas, bares, cafeterías que ofrecen calor y un suelo seco.
 Risas, pelo mojado, charcos saltados.
 Narices, mejillas y dedos rojos por el frío.
 Abrigos mojados, pantalones salpicados, niños chapoteando.
Tormenta.

sábado, 1 de marzo de 2014

Él quería volver. Ella quería volar


Él quería volver.
 La echaba de menos, echaba de menos su forma de caminar, como caía su pelo castaño sobre su suave espalda, los dos lunares en el lado derecho de su pecho, como se le cerraban los ojos cuando se reía y lo suaves que tenía los labios después de llorar. Echaba de menos sus oscuros ojos llenos de luz, su boca rosa, su clara piel, sus dedos eternamente manchados de tinta, su sonrisa tímida, su sonrisa traviesa, su sonrisa dulce... echaba de menos todas sus sonrisas, todos sus gesto, su manera de fruncir el ceño cuando algo la preocupaba, la forma en la que movía nerviosamente sus dedos cuando estas inquieta  y como echaba su cabeza hacia atrás cuando se reía. Echaba de menos todo de ella, pero sobre todo echaba de menos la chispa que se encendía en sus ojos cuando le miraba, cuando hablaba de algo que la entusiasmaba, y cada uno de sus disparatados sueños.
 Lamentaba todo lo que la había hecho, las mil y una veces que no pudo estar a la altura, las cien veces que la traicionó, una detrás de otra. Lamentaba no haberla sabido valorar, haber sido tan estúpido de no darse cuenta del tesoro que tenía, de haber sido un imbécil que no supo entender lo importante e impresionante que era ella hasta que la perdió, hasta que los ojos de ella se llenaron de la lágrimas por última vez después de tantas traiciones, hasta que ella le dijo que no podía más por primera y única vez. Porque ella siempre había estado ahí, siempre había demostrado que le quería, siempre le había perdonado, y él no supo estar a su altura.
 Ahora el quiere volver, quiere volver a contar los lunares de su espalda mientras ella sonríe en sueños, quiere volver a ver la luz con la que ella ilumina la habitación con solo traspasar la puerta, quiere volver a intentarlo, quiere otra oportunidad, un nueva oportunidad para ser mejor, para darle todo lo que ella merece. Pero ya es tarde.
Ahora ella quiere volar.
 Quiere volar lejos de sus mentiras, quiere salir de la jaula de falsas promesas que él había ido construyendo cada vez que la traicionaba, quiere ser libre. Quiere reír mientras corre, mientras sueña, mientras vuela, simplemente quiere reír. Ni una lágrima más, no más grietas en su corazón, solo risas, alegrías, sueños y sonrisas llenarán cada día de su vida.
 Volar a otro árbol, un árbol lleno de flores en primavera, y frutos en verano, y cuando llegue el otoño volar, volar a otro árbol.
 Quería volar y volar, persiguiendo eternamente a la primavera. Volar libremente, sin ataduras, sin jaulas que la impidan extender sus alas y surcar el cielo azul. Volar con libertad.
 Porque ella ya está cansada de mentiras, de ''lo sientos'' vacíos, de noches de lágrimas en la almohada y mañanas de sonrisas falsas. Está cansada de últimas veces que se repiten, de dar oportunidades que son desaprovechadas, de tropezar una y otra vez con la misma piedra y de levantarse con un rasguño nuevo en el corazón.
Porque aunque él quiere volver ya es demasiado tarde, ahora ella quiere volar.