viernes, 20 de julio de 2012

Demasiado rápido.


¿Os habéis dado cuenta de que las estrellas se encienden y apagan? Seguramente no, seguramente nunca os hayáis detenido a pensar a pensar en ello, ni siquiera os habéis parado observarlas , seguramente nunca s habéis quedado mirando al cielo, contemplando su grandeza, y esto mismo hacemos con nuestra vida. Hay momentos, personas que pasan por ella , pero eso es lo único que hacen, pasar porque nunca nos detenemos a mirarlos, porque nunca nos fijamos en ellos, vamos demasiado rápido como para darnos cuenta. Estamos demasiado ocupados como para perder el tiempo mirando, simplemente mirando. No le damos valor  lo que tenemos, no le damos importancia los pequeños momentos, no los disfrutamos, vamos demasiado deprisa.
La gente entra y sale de nuestras vidas y el tiempo se nos escapa entre los dedos de las manos, pero no nos damos cuenta, estamos demasiado ocupados.
 Avanzamos, eso es lo que hacemos, seguimos adelante sin darnos cuenta de lo que vamos dejando atrás, y casi ni nos importa.
No le damos casi valor a la vida, no la valoramos, no la disfrutamos, Y eso es lo que hacemos mal. No disfrutamos de cada momento. No lo aprovechamos como si fuera el último. No valorar la vida, dejar que el tiempo se vaya quemando, dejando solamente un rastro de tristes cenizas.
Y debemos de solucionarlo. Por eso la próxima vez que estés fuera párate, párate y mira arriba, al cielo, y fíjate en lo grandioso que es, fíjate en cada pequeño detalle, en como las estrellas se encienden y se apagan, en como forman figuras en el cielo, párate y saborea el momento, lentamente, porque la vida no hay que vivirla con prisas

viernes, 13 de julio de 2012

Quizás, solo quizás.

Quizás me quiera también, quizás no.
Quizás todo sea una pesadilla y cuando despierte todo será como antes.
Quizás nunca despierte y me quede aquí sin saber a donde ir. O simplemente quizás esto no sea un sueños, quizás sea al jodido mundo real.
Quizás esto no tenga fin.
Quizás todo acaba de empezar o quizás esté a punto de terminar.
Quizás sea feliz pronto, encuentre la paz ya. Quizás lo único que encuentre por el camino son tristezas. Quizás aguante todos los golpes, pero puede que quizás llegué un momento en el que no aguante ni uno más y caiga vencida; quizás tenga fuerzas para levantarme o puede que este demasiado cansada para seguir.
Es ese quizás, esa inseguridad la que nos mata.
 Es inseguridad de nos saber cual es la verdad, de no saber  que va a pasar. De no poder saber que habrá cuando abras los ojos, o simplemente de saber si los abrirás.de no saber si él también te quiere, o puede que la quiera ella. De no poder predecir lo que pasará, ¿acertarás? De no saber la respuesta a esa simple pregunta. Porque es ese quizás el que nos destruye. seguridad, eso que tantos desean. Seguridad de saber que no vas a tener que avanzar a ciegas, sin saber que hay en el camino, con miedo de que todos tus miedos se cumplan. La seguridad, sí, es calentita, es ese lugar em el que te sientes feliz, es el más dulce manjar, como miel en tu boca o un beso de sus labios o el calor de estar entre su brazos, pero es incompleta. si tod fuera seguridad no caeríamos, pero tampo tampoco sabríamos levantarnos. No lloraríamos pero no valoraríamos igual estar feliz, porque sería nuestro estado natural. No nos equivocaríamos de camino, pero tampo descubriríamos las fantásticas cosas que nos aguardan en los demás. No sentiríamos pánico, pero no notaríamos esa pequeño cosquilleo que se siente cuando te lanzas sin saber a donde, o cuando formulas unas pregunta cuya respuesta desconoces ni la adrenalina de cuando lo haces. Porque no estaríamos tristes, pero tampoco necesitaríamos a esos fantásticos amigos que te apoyan, que te animan a continuar, a ni parar en el arcén de esta carretera que es la vida simplemente porque no los necesitaríamos más. Tampoco necesitarías sus consejos, total tenías seguridad ¡que podría ir mal?
 Porque quizás, y solo quizás, la vida se trate de arriesgar.

Salir de ahí.

Buscar, pero no encontrar nada.
Mirar, pero no ver nada más que oscuridad.
Escuchar, pero que a tus ruidos solo llego el tremendo e interminable silencio.
Andar, pero sin saber el lugar en el que te encuentras ni al que te diriges.
Oler, pero no percibir nada.
Aquí, en este lugar en me dio de la nada, no hay frío, pero tampoco calor, ni si quiera hay un clima templado. No hay colores, no hay luz, ni siquiera oscuridad. No hay ruido, pero tampoco se le podría denominar silencio.
No sabes como has llegado hasta aquí, ni el porque, ni si quiera sabes por donde salir, a dónde ir, no sabes si tienes que ir a algún lado.
No sientes tristeza, añoranza pero tampoco alegría o entusiasmo, simplemente ni sientes nada.
No sabes que tienes que buscar, ni siquiera sabes lo que quieres.
Espera, si sabes lo que quieres.
Quieres estar entre sus brazos, sentir su calor alrededor de tu cuerpo, su respiración sobre tu pelo, sus labios sobre la fría piel de tu mejilla... pero sabes que eso no va a suceder, él ya se ha ido.
Entonces todo cambia.
Un frío glacial viene para alojarse en cada centímetro de tu cuerpo, haciéndote temblar bruscamente.
Ya sabes porque estás aquí, pero lo único que no ha cambiado es que sigues sin saber como salir, aunque ahora ya sientes que debes hacerlo, que debes huir de este lugar.
empiezas a sentir miedo, pavor, angustia, te sientes acorralada, sin escapatoria ninguna.
A tu alrededor a surgido la oscuridad, la más tenebroso oscuridad. Sientes escalofríos de terror que junto a los del frío te recorren todo el cuerpo, haciendo temblar cada hueso, cada músculo.
Pero el mayor y peor cambio a surgido en tu interior, en donde se ha abierto un hundo agujero en el pecho que te ha desgarrado la piel, dejando los bordes en  carne viva, ardiendo de dolor, de un dolor agonizante que te hace caer al suelo.
Estás ahí tirada, en medio de ninguna parte, rodeada de frío tinieblas, con aquel horrendo agujero que se había abierto paso en tu pecho, estabas ahí tirada sin saber que hacer, solamente encojes la piernas y rodeas las rodillas con las brazos, en un vano intento de que el agujero no siga desgarrando la carne, de que la oscuridad y el frío se alejen. Te quedas ahí hecha un ovillo en suelo esperando que sus brazos vuelvan para sacarte de ese lugar, para sacarte de ese horrible lugar para siempre.