lunes, 24 de agosto de 2015

Caí como solo sabemos caer los humanos, una vez detrás de otra.

Me dañó. Me hizo mucho daño.
Me dañó en silencio, sin saber que me estaba clavando un cuchillo en el corazón. 
Sufrí sin decir nada.
 La herida, ya casi cerrada, parece ser inofensiva, pero de vez en cuando se abre para hacer de las suyas. Se abre dejando escapar los venenosos recuerdos que hacen que mi mente no pare de dar vuelta en torno a la misma pregunta, una pregunta aún más peligrosa que el arma que me daño el corazón: ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué jugaste a un juego al que no querías participar?
 Nunca he podido reprocharte nada, nunca he podido pedirte explicaciones, o al menos eso es lo que me he dicho todo este tiempo. Pero tu jugaste, luchaste sin pudor por un corazón qu no querías conquistar, ¿por qué lo hiciste?
Me cuesta admitirlo, me cuesta tanto que me engañaba a mi misma porque no podía enfrentarme a ello, no podía enfrentarme al hecho de haber sido tan débil.
Me hiciste daño.
Ahora me gustaría poder gritarlo a los cuatro vientos, poder sentirme comprendida pero no quiero tu compasión, no quiero la compasión de nadie. Mi corazón ha construido un muro que solo tu recuerdo consigue traspasar de vez en cuando. Me quitaste lo mejor que tenía y luego lo despreciaste sin más. Lo di todo y ahora ya no me queda nada que dar a nadie. Le di todo a alguien que no me dio nada.
Fui débil aunque fui feliz, fue solo un momento, mientras era ciega, mientras creía en el estúpido juego que ahora no me veo capaz de jugar otra vez. Ahora ya no pueden conmigo, ya nadie puede cruzar el muro; aunque en el fondo deseo que alguien vuelva a hacerme débil aunque solo se por un momento, otro momento. Quiero que alguien sea capaz de robarte mi alma, porque por mucho daño que me hayas hecho sigue siendo tuya. Y es que por más que he luchado por huir de tu piedra no he podido. La mente no pude con el corazón. Es verdad que puede ganarle alguna batalla , pero nunca podrá ganar la guerra. Puede tomar control durante un tiempo, pero el corazón siempre vuelve a atacar en el momento más inesperado, invadiendo el campo enemigo con recuerdos, dejando a la mente en cuarentena, incapaz de ganar la guerra.

1 comentario:

  1. Lo malo de algunas piedras es que son realmente adictivas. Un abrazo.
    http://elchicodelmetro.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar