viernes, 27 de enero de 2017

Ojala no fuesen solo recuerdos.

A veces recuerdo tu risa, tus bromas, los dos hoyuelos que se hundían en tu cara cuando sonreías y como tu lengua se asomaba entre tus dientes cuando te reías de mí.
A veces recuerdo tus brazos, la sensación de estar entre ellos y como se tensaban al abrazarme.
Recuerdo la luz de tus ojos cuando hablabas de lo que querías hacer en la vida, y ese brillo que me indicaba que planeabas algo que me hiciese de rabiar. Recuerdo con la facilidad con la que hablábamos, saltando de tema en tema sin que nos importase realmente el asunto, el único objetivo hablar, hablar y hablar. Recuerdo lo fácil que me parecía todo cuando estabas a mi lado.
Recuerdo como me tranquilizaba cuando me enfadaba, como intentabas sacarme del cajón en el que me encerraba cuando me ponía cabezota y como fruncías el ceño cuando me veías triste y no sabías que hacer. Recuerdo como dibujabas figuras en un papel mientras yo esbozaba nuestra historia en mi mente.
Recuerdo como me acercabas a ti y lo rápido que hacías que mi corazón latiese cada vez que me tocabas. Recuerdo como me esperabas en la esquina y como se iluminaba mi pecho al verte ahí, con las manos en los bolsillos y la mirada en la nada.
Recuerdo muchas cosas. Pero, sobre todo, recuerdo lo viva y especial que me hacías sentir.
Recuerdo, y ojalá no tuviese que recordarlo.

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