domingo, 4 de noviembre de 2012

Mi droga.

 Coges el ordenador, tecleas su nombre y pinchas en su perfil. Es una acción que realizas diariamente, pero estos últimas día las has realizado más veces de lo normal. Lleva días sin conectarse, llevas días sin verle, sin sentir su mano apoyada en tú cintura con gesto extremadamente tierno y protector, sin oír su voz, su risa, y eso te pone ansiosa. Es la consecuencia de enamorarse, lo necesitas, forma parte de tu ser, es la droga sin la cual no puedes vivir, tu marca personal de heroína. Lo peor de todo es que posiblemente tú no signifiques nada para él, seguramente en estos mismos momentos en los que tu estas visitando su perfil el ni siquiera este pesando en ti, quizás incluso esté pensando en otra chica, quien sabe. Te encantaría poder deshacerte de lo que sientes hacia él, pero es imposible  sufres aún más. Él es tu droga, el amor que sientes hacia su ser es tu droga, y no puedes sobrevivir si quiera un día sin ella, tienes que desengancharte de esa dulce droga poco a poco pero el problema es que cada día la consumes más, cada vez que hablas con él, cada vez que le ves, cada vez que le tocas, cada vez que oyes su risa, cada vez que te llega su olor... es como si te inyectaran una nueva dosis. Visitas su perfil. Buscas su nombre en la lista de contactos conectados, en busca de la droga, en busca de tu droga, en busca de él.

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