martes, 17 de abril de 2012

Un corazón roto.

Te levantas con la misma cara que si te hubieran dado una paliza, como si hubieras llorado toda la noche sin descanso. No espera, eso es lo que ha pasado. Te levantas. Te miras en el espejo y  solo ves una versión de ti desmejorada con la cara hinchada por el llanto, los ojos negros y no solo por que el rimel se te ha corrido sino porque has pasado todo la noche en vela y tienes ojeras y bolsas bajo los ojos. Te metes en la duche y sientes como las lágrimas se van por el desagüe y esperas que pase lo mismo con todas tus penas, los recuerdos del anterior día, todas las mentiras... pero parece que están pegadas a ti y no se quieran separar. Recuerdas todos esos momentos felices y sonríes mientras notas como el sabor saldo en tu lengua y recuerda porque lloras. Cierras el grifo enfadada por tu debilidad y te prometes que hoy serás feliz, o al menos aparentarlo. Te miras en el espejo y ensayas tu mejor sonrisa. Resoplas decepcionada por tus pocos avances. Esta bien, nada de sonrisas, puede que esa sea la mejor idea. Sales del baño envuelta en tu toalla dejando atrás el calor de la ducha pero no tus penas que parecen que te han cogido cariño. Abres el armario y todo te recuerda a él: el vestido de vuestra primera cita, el que llevabas en tu primer beso, el pañuelo que te regaló...Metes la mano sin pensar y sacas lo primero que pillas. Mala suerte. Es su chaqueta: la tiras encima de la ropa de ayer, ya se la devolverás. No te arriesgas a coger otra cosa que te recuerde a él. Entonces recuerdas que ayer antes de que pasara todo habías ido de compras. Suspiras. Parece mentira que eso fuera ayer. Te pones la ropa y te miras al espejo de cuerpo entero que hay un tu cuarto. Te queda bien y es bonito, pero estás tan hecha polvo que lo único que ves es la imagen de un chica a la que la han roto el corazón. Te diriges al baño dispuesta a empezar con la difícil tarea de reconstruirte tampoco te quieres maquillar mucho.Cuando acabas pareces más tú. Decides darte unos últimos detalles y te pintas los labios, es una forma de revelarte. Te cargas la mochila al hombro y antes de salir estiras la cama. La almohada se nota húmeda por las lágrimas Miras el reloj y ves que es casi la hora. Legas a la puerta con tu vestido nuevo, tus labios rojos, tus penas pegadas ti...Te miras una última vez en el espejo de la entrada antes de salir y vuelves a ensayar tu sonrisa. No está mal. Abres la puerta, levantas la cabeza, sonríes sabiendo a o que te vas a enfrentar. Ahora tu mochila pesa más, y no es por los libros, tu orgullo a vuelto y nadie te lo va a quitar otra vez. Parce que tus penas se están separando de ti poco a poco, te alisas el vestido como para sacudir los restos que quedan de ellas. Das un paso al frente saliendo. Te ves reflejada en la ventanilla de un coche. Parece mentira que esta sea la misma chica de ayer y la misma chica que has visto hoy reflejada en el espejo del baño. Sonríes más y te prometes a ti misma que nadie más te hará daño.

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